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Capítulo 1
...Andrés no entiende por qué el viejo de la farmacia se asustó tanto al verlo. Él había entrado un rato antes al local, sacó número y se quedó esperando. Cuando el viejo cantó su turno se acercó al mostrador y le entregó el papelito.
...-Un frasco de Hepatalgina.
...El farmacéutico se lo quedó mirando, como si tratara de recordar de dónde lo conocía. Se debe haber dado cuenta enseguida, porque abrió bien grandes sus ojos de laucha y empezó a tartamudear.
...-Sí, sí, ya mismo -dijo, y salió para la trastienda.
...En otros tiempos, Andrés iba a esa misma farmacia con Juancito, el aprendiz de la zapatería, y conseguían cualquier cosa que quisieran: Artane, Rohypnol, jarabe Romilar...

..."¿Alguna otra cosita, muchachos?"
...El viejo Santarelli era un tipo macanudo, hacía chistes y jamás les pedía receta ni nada. Los despachaba aparte, en un rincón del mostrador; metía todo rapidito en una bolsa y les cobraba al menos tres veces el precio de lista. A ellos no les importaba, porque en ese tiempo guita nunca les faltaba.
...No hay drama, Santa te ama -decía el viejo, muy sonriente.
...Ése era su eslogan. Lo repetía a cada rato, y hasta lo tenía fileteado en un cartel al lado del diploma. Ahora vuelve de la trastienda con una cajita gris en la mano.
...-Cuarenta gotas en medio vaso de agua -dice, mientras prepara el envoltorio.

...Se lo ve intranquilo, tratando de recobrar su compostura profesional, aunque las manos le tiemblan cuando trata de pegar la cinta scotch.
...Andrés paga y sale. Desde la vereda echa un último vistazo al interior del local y sorprende al farmacéutico mirándolo todavía. Delante suyo hay una clienta que está meta hablarle pero él recién ahora, al bajar la vista, parece advertir su presencia.
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...A Andrés siempre le dijeron que parecía un oso. Así lo llamaban en su casa y en el barrio. En la escuela era siempre el más alto y robusto de sus compañeros. Dos veces repitió cuarto grado, y en la foto de quinto se puede ver que ya era una cabeza más alto que el maestro.
A los catorce entró a trabajar en la carnicería de su hermano Pascual, donde era capaz de cargarse una media res en cada hombro sin ningún problema; pero, al mismo tiempo, cualquiera podía engañarlo o tomarlo para la chacota. Por eso cuando más tarde terminó preso por robo a mano armada e intento de homicidio, nadie en el barrio lo podía creer.
...-¿Ese infeliz?
...Muchos conocidos de siempre se cruzan de vereda al verlo, o si lo saludan lo hacen muy a la pasada, sin el menor rastro de ironía. Andrés no cree haber cambiado demasiado en estos dos años, pero al parecer el resto de la gente no piensa así, y los mismos que antes lo veían como a un gordo salame ahora descubren en su rostro y en sus gestos los típicos rasgos de un bruto peligroso.
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...Al volver de la gayola Andrés se encontró con que no tenía más trabajo: la carnicería de su hermano Pascual se había fundido. Pascual se puso a dar cheques sin fondo y le embargaron hasta el gancho de colgar los chorizos. El dueño del local le está haciendo juicio por falta de pago, pero hasta que llegue la orden de desalojo (pueden pasar todavía otro par de meses) Pascual se las rebusca vendiendo cosas de almacén: azúcar, harina, yerba...
...Al nuevo negocio lo montó con unos mostradores y una heladera que consiguió prestados. Trabajan él y una de las hermanas, Lidia, que es un año mayor que Andrés. Lidia se pasa el día leyendo best sellers, y si un cliente aparece en medio de un pasaje interesante lo recibe con cara de pocos amigos:
...-¿Qué quiere?
...Igual no entra casi nadie. En la misma cuadra hay dos supermercados con precios mucho más bajos, y además todo el mundo sabe que Pascual hace trampas con la balanza y se equivoca en las cuentas.
...-Cuarenta gotas en un vaso de agua -repite Andrés, cuando llega a lo de su hermano y le entrega el paquete. Pero Pascual ya sabe, porque vive tomando remedios: para el asma, para el páncreas, para la alergia. A veces amanece todo brotado, o con la cara hinchada como un monstruo, y tiene que ir urgente a lo de Ángela, la enfermera del barrio 6 Manzanas, a aplicarse una inyección de corticoides. Aunque el defecto más notorio que Pascual trae a cuestas es la joroba: no demasiado grande, pero imposible de disimular.
...Sí, el pobre Pascual nació fallado, por eso el padre lo abandonó al nacer. Varios años después la madre volvió a casarse y tuvo siete hijos más. Pascual es mucho mayor que sus medio-hermanos, y con el padrastro siempre se llevó a las trompadas. Un mes antes de que el Oso volviera de la cárcel, Pascual y el viejo discutieron porque Pascual insistía en fumar durante el almuerzo. En esta casa mando yo, dijo el viejo, y Pascual se fue dando un portazo, pero a los tres días ya estaba de vuelta.
...-¡Já! -decía el padrastro-. Volviste con el burro cansado. El que se va sin que lo echen... .
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...El Oso llegó hace ya dos semanas a Bariloche. Muchas cosas pasaron mientras él no estuvo: Pascual perdió la carnicería, el padre se jubiló (ahora se pasa el día entero en la casa, tiranizando a la familia), los hermanos crecieron y el perro Trabuco fue atropellado por un camión y reemplazado por otro. Al nuevo perro también le pusieron Trabuco, aunque no se parece en nada al anterior.
...Tantos cambios juntos lo abrumaron al principio, pero terminó por acostumbrarse, y poco después lo nuevo y lo viejo llegaron a ser la misma cosa. Pero lo que más lo golpeó fue la transformación producida en Roberto, su hermano favorito.
...Aunque tres años menor que él, Roberto había sido siempre su héroe: astuto, jodón, guapo para las trompadas y un tigre con las mujeres. Fue él el que lo llevó a debutar con Sonia la Sin Dientes, una de sus tantas amigas, la tarde en que el marido de Sonia estaba en una reunión del sindicato (era chofer de la municipalidad). Pero ahora Roberto se había vuelto evangélico y se pasaba el día leyendo la Biblia y dando sermones.
...-Satán es el que nos hace pecar, eso está bien claro. Vos, por ejemplo: ¿por qué fuiste capaz de cosas tan terribles? No sos malo, pero un demonio se apoderó de tu espíritu. Ahora has vuelto a ser como antes, pero cuidado: cuando un espíritu impuro sale de un hombre, vaga por el desierto buscando descanso, y al no encontrarlo por ninguna parte piensa: volveré a la casa de donde salí. Y si al regresar encuentra la casa limpia y barrida, va y llama a siete demonios peores que él, y todos se meten a vivir en el hombre, que queda peor que al principio.
...Cada palabra de Roberto parecía sacada del Antiguo o del Nuevo Testamento, cuando no de la boca del hermano Salvador Thompson, pastor del templo Aleluya Now.
...Fatiga, otro de sus hermanos, tiene guardado en una caja de zapatos un recorte viejo de El Cordillerano. Andrés nunca lo había visto. "Jóvenes delincuentes atrapados tras triple robo", dice el titular. Un poco más abajo, Fatiga había subrayado con birome: "Andrés Wladimir Quirós, alias El Oso, atrapado junto al presunto cabecilla de la banda, cuya identidad se mantiene en reserva por tratarse de un menor".
...No sólo eso. Por tener dieciséis años Juancito quedó libre a la semana, y en cambio Andrés, que recién había cumplido los dieciocho, se tragó veintidós meses adentro. La primera vez que se lo explicaron no lo podía entender, pero después sí lo entendió: tuvo tiempo de sobra para pensar en eso y en mil cosas más.
...El recorte tiene fecha de dos años atrás. ¿Habrá cumplido los dieciocho ya Juancito? Depende de la fecha del cumpleaños. Andrés no la sabe.
...-Si querés quedateló -le dice Fatiga.
...Andrés pliega en varias partes la hoja y se la guarda en el bolsillo trasero del pantalón.
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© Emilio Di Tata Roitberg, 1998, 2007.
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